28 de junio de 2010

el regalo


EMPATE A CERO. PABLO MORO
EL REGALO
Se vino a vivir a la semana de conocernos. Era realmente hermosa e irradiaba una sonrisa estrábica, amén de unas piernas tan largas que le llegaban hasta la cintura mismamente y unas tetas pluscuamperfectas cortesía de papá.
Llegó a mi casa con únicamente un par de cajas como equipaje donde guardaba su exigua ropa interior, de la que di cuenta con voracidad las primeras noches.
Al día siguiente de instalarse, me hizo un regalo que llevaba esperando tiempo obtener y, por cuestiones monetarias, nunca llevé a cabo. Me abonó al digital plus.
-Para que no te pierdas nada del mundial
Me sentí tan afortunado. No sólo no iba a molestarme durante la copa de sudáfrica sino que además lo quería compartir. Era perfecta.
Durante la gala de inaguración, la note más jugetona de lo normal, aunque no lo di la mayor importancia, pero, cuando el trencilla pitó el inicio del encuentro, comenzó a mover su pie en mi miembro hasta dejarlo iniesta enhiesto. Se abalanzó hacia Él y yo me debatía entre el fornicio y el fútbol.
Así comenzo una espiral de sexo y deporte nunca vista jamás. No perdonaba una, daba igual fútbol que tenis, baloncesto. Hasta con la vela se ponía en celo.
Creí que la excitaban los cuerpos esculpidos de los deportistas, actuando en su libido a modo de peli porno para los hombres, pero no. Se puso berraquísima con un partido de tenis femenino.
Pensé también que era como las demás y, con tal de fastidiar, me incitaba al sexo cuando menos interesado estaba en ello, como aquella novia frígida que tuve que sólo quería hacer el amor cuando, harto de semanas sin sexo, salía del baño tras masturbarme.
Pero no, di con la explicación cuando se subió encima de mi mientras veía una final Brasil-Noruega de voley playa femenino. Eyaculé a la primera sacudida y ella se enfadó como nunca la había visto. ¡Cómo se puso!, que si para eso te compro el digital, que si no la quiero, bla, bla, bla...
Después de la llorera, me confesó su plan. Cansada de que ningún hombre diera la talla en la cama, descubrió que el sexo duraba más si prestábamos atención a la tele en vez de a ella. La relación coital se multiplicaba incluso por cuatro, y por diez en los cruces de España en el campeonato del mundo.
Yo, que estaba enamorado, comprendí sus necesidades y me tragaba cualquier evento deportivo.
Mañana, en el España-Portugal, donde además juego la baza de su predisposición al goce por la presencia de Cristiano, preveo un resultado de cinco a dos. Tres orgasmos a su favor.
Aunque he visto a medio hacer su pequeña maleta y cuelga en su cuello la llave de la consigna donde guarda el corazón. Creo que tras el mundial, se irá en busca de otro con quién disfrutar el mundobasket sin Gasol.
Y mi soledad renacerá como siempre en cuartos de final. Un final ausente de perdices y champán