15 de junio de 2011

abril entre tus piernas

Amadísima mía:

Quizás ahora, que llega el buen tiempo, estés buscando el camisón que te regalé
por nuestro primer aniversario. Y esas braguitas rojas de topitos blancos que convertían en abril mis amaneceres más fríos. No pierdas el tiempo, lo tengo yo.
Aquel martes que me llamaste diciendo que por la tarde pasarías a por tus cosas, que
yo no estuviera, hice acopio de algunas reliquias de nuestro amor.

Hacemos muchas cosas que dijimos que nosotros nunca. Tú nunca te ibas a ir de mi lado, yo iba a dejar de escribir sobre ti. O lo que nos reímos viendo la noticia de una
empresa japonesa, a la cual mandabas una foto y te hacían una muñeca hinchable con
el rostro elegido; decíamos hay que ser patético. Pues aquí me tienes, en penumbra

junto al ordenador y tú, porque eres tú, no lo dudes, sentada en el sillón de mimbre, vestida con el camisón que jamás encontrarás, con una pierna ladeada dejando entrever el abril de tus bragas rojas con topitos blancos, colocada como Sylvia Kristel en Emmanuelle.
Me he permitido, eso sí y perdóname, aumentarte dos tallas las tetas, regalarte el culete de una jugadora de voley-playa y pedirte con vientre plano, duro pero sin marcar mucho el abdominal.

Hoy somos felices, vemos el fútbol y ya no animas al barça; te leo poemas de Cánaves, de Bonilla o de los poetas de Otura y te digo que son míos. Callas, como
ausente, con la mente en otras playas, mas perfecta. Preciosa y siempre dispuesta, enseñando la feria de abril que se esconde entre tus piernas, vestidito con farolillos rojos y topitos blancos.

En penumbra, junto al ordenador. Escribiendo sobre ti mientras me miras con esos dos lobos plateados, con la cama sin hacer, pero feliz al fin. Te amo, Marion. Siempre te amaré.

firmado

Norman Bates
 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre hacemos lo que dijimos que no haríamos nunca: escribir sobre ellas, amarlas, descuatizar las fotos en el arrebato para volver a pegarlas después suplicando el perdón.

Siempre hacemos lo que dijimos que no haríamos nunca, volver a esa casa, intentar una cita, buscarla en su esquina.

Simpre hacemos lo que dijimos que nosotros no: y pagamos por amor, cuando compramos sexo.

Céfiro dijo...

Independientemente del halago que siento por la referencia que me toca, he de decir que me ha parecido el poema de amor más enorme que he leído en mucho mucho tiempo.

MA dijo...

¿Y le has mandado la carta?, porque el que la tengas ahí en el sillón, vestida como ella, pase. ¡Pero que le hayas aumentado dos tallas de sujetador!,... tío, eso no te lo perdona.

jens peter jensen silva dijo...

muy bueno, muy bueno.

juanillo dijo...

como lo bordas!!! que viva la feria de abril y las jugadoras de voley playa!!!. (se hechaban de menos tus poemas en la juventud del otro)