Me pidió fuego. Se lo di. La gustó el mechero. Se lo iba a guardar en el bolso.
Se lo reclamé cogiéndola de la muñeca. Dámelo. No, estás acostumbrada a que los hombres te bajen la luna. Y no me interesa un viaje tan lejano. ¿Eres gay? No soy maricón, pero prefiero colgarme las alas de cera y arriesgarme a perder en el Sol de tus ojos. Hablas algo raro. Soy aprendiz de poeta y de Valladolid. ¿Y? Tengo leísmo. ¿Qué es eso? Un huevo colgando y otro lo mismo. Gilipollas. Ojazos.
¿Te gusta mi camiseta? Mucho, ahora que me fijo (mis hermanas dicen que mire a los ojos de las mujeres) Ya, ahora..., ¿crees que me queda muy justa? Nunca son demasiado justas, pero soy más de la Warner; el Coyote cazando al Correcaminos o Silvestre zampándose a Piolín.
Yo estaba con el puntillo y especialmente gracioso aquella noche. Había visto esa tarde Casablanca y estuve algo borde con ella. No estaba habituada a ir a remolque, creo que eso fue lo que más la gustó.
¿Vienes a mi casa?. ¿Me prepararás el desayuno?. Por supuesto.
Aparcamos el caballo alado en el garaje. El ascensor inició el duelo sin reglas del amanecer.
Quédaté puestas las botas. Y, por favor, no te quites la camiseta de Mickey Mouse.
Aún tengo sudores fríos al recordar las impresionantes orejotas enormes que el ratón escarpaba en su anatomía.
Soy más de la Warner, no puedo evitar una sonrisa poblada de victorias al acordarme de la madrugada en la que el viejo Elmer dio caza al conejo de la suerte. Tres veces.
4 comentarios:
Cierto, los de Valladolid hablais un poco raro.
Los de Valladolid son raros.
Tres veces nada menos, el viejo Elmer, y de Valladolid. Todo un campeón. Como siempre me has sacado una sonrisa al leerte. Y con lo del leísmo (yo también sufro de ello), una carcajada.
jajaja!!! (¿¿las enormes orejotas??)
Publicar un comentario