VIERNES, 5 DE AGOSTO DEL 2011

VIERNES, 5 DE AGOSTO DEL 2011

Las 6:15, suena Paul Monsey en la alarma del móvil. Lo apago mecánicamente, sin darme cuenta. Sin dar a la tecla de retardar cinco minutos un nuevo aviso.
Angelina Jolie y Sean Connery son un matrimonio que enseñan su casa en una isla griega como en esos programas de la tele donde todos compiten a ver quién la tiene más grande y dan pistas a los ladrones de cómo robarles. Tienen un hijo perfecto y su vida perfecta con trabajos perfectos. Tan perfecto que da asco. Menos mal que, de no se sabe dónde, aparece una jauría de chimpancés a matar al hijo. Sean Connery, aunque en el sueño es joven, no actúa de Bond James Bond y huye como una rata. Angelina da su vida por salvar la del hijo, que nunca se lo agradecerá lo suficiente.
Me acuerdo de un poema sin terminar que habla de un dictador que trenza una alfombra de cadáveres sin cabeza en la habitación de su hija pequeña, creando así un suelo blando y mullido para perder el miedo a las heridas, propias de los primeros pasos que en nada empezará a dar. Te pregunto si no es ésa la demostración más grande de amor que has visto en tu vida. A la actriz americana, la cámara la enfoca inerte, desangrada, con los pechos al aire. Me excito y me acuerdo de Pat Bateman en American psycho descuartizando putas.
Decido masturbarme pero entras de la calle en camisón y me dices que menos mal que llevaste el cepillo de dientes porque hace un calor horroroso. Te cuento mi sueño y dices que no te hable de islas griegas que es oír griego y ponerte cachonda; vamos a la habitación y cuando bajo a comerte el coño, se engancha en el vello la cremallera de un chándal que no sé por qué llevo puesto con el calor que hace. Me despierto sudando y nervioso, miro el móvil: las 6:41. Ya llego tarde. Me levanto y no orino, puesto que estoy empalmado y no sé mear en parábola. En la cocina bebo un zumo de frutas rojas para tomarme la pastilla y unas galletas de chocolate. Apareces y te doy un beso en la aureola que sobresale de tu pijamita infantil, la erección que remitía vuelve a coger fuerza. Me dices que has estado soñando con Mikonos y que hacíamos el amor en la terraza de un hotel mirando al mar. Te agarro con fuerza un moflete del culo y te dejo una mancha de chocolate, que porque sé lo que es que si no, y me excito más si cabe, descubriendo una rara perversión. Friday, I´m in love, que cantaban The Cure. Me llevo algo de desayuno para el camino.

Llego pillado al curro. Arranco el coche y en el cd canta Pablo Moro eso de "la etiqueta del sueño que se rompió" y recreo la última parte del sueño donde me perdía en tus nalgas antes de romperse. El sueño. En un semáforo para a mi lado una furgoneta de una empresa de transportes llamada Boyaca y me da un ataque de risa que deja restos de hojaldre de un nevadito que comía por el salpicadero. Boyaca, con un par, parece que las estrellas se alinean para una noche de sexo anal. Entro a y cincuenta y nueve por la puerta y ya está el encargado, que va a trabajar estando de baja. Mientras me cambio en el vestuario, imagino que le cae una chapa de una tonelada en la cabeza y me siento mejor. Friday, I´m in love, que cantaban The Cure.

La primera media hora estoy callado, intentando fijar en mi mente el sueño, creando un conato de poema. Luego, tras el café de la máquina, ese mágico desatascador de intestinos, hablo con mi compañero el Gallego de la prima de riesgo, la bolsa y el significado del arte de Kasimir Malèvich. Bueno, esto no me lo creo ni yo. De qué vamos a hablar dos obreros: de fútbol, que si el puto Florentino no quiere a la cantera y sí a jóvenes brasileños alcohólicos en potencia; de los hijos, al suyo que no se le quitan los mocos y la mía que está con los dientes fatal. De mujeres, de cuatro noticias curiosas y de lo que vimos ayer en la tele. Vimos un poco del Canal de Castilla y León, de un programa de tapas que presenta Helena Bianco, la de Helena y los mismos. Le pregunté que si se la follaba. Me dijo que prefería a Cristina Camell, de la misma cadena, una especie de Tárrega de segunda y veinte años menos que la cantante, A qué vieja te zumbabas, le pregunté y contestó que a Bo Derek. Yo a Sofía Loren. A Jane Fonda yo sí y él bueno. También le pregunté si se follaba antes a Cristiano Ronaldo o a Amparo Baró, la Sole de siete vidas. Tras pensárselo dijo que yo era un cerdo degenerado y pervertido con una mente sucia pero que, sin duda, a Cristiano. Le he dicho que le voy a sacar en un relato para que la gente vea cómo es mi entrañable amiguito del noroeste peninsular, un gallego que dice que Sofía Vergara está gorda y mi Monica Bellucci es una foca. Tampoco sabe quién es la mujer de el Boss y no reconoce que le moló el concierto de Alfredo González en el Café Teatro.

En la hoja de control de material pone miércoles 5 de agosto. Ni poner bien la fecha saben en la oficina. Eso o nos quieren robar el tiempo como los hombres grises en Momo. Pero no podrán con nosotros aunque nos decepcione que lleguen a trabajar y ninguno se haya muerto esta noche o tengamos trescientos euros en la cuenta y no vayamos a cobrar tampoco esta semana. Da igual, es friday y we are in love, como cantaban The Cure. No he traído agua fresca y bebo del grifo, ladeando la cabeza y el agua que no trago escurre por mi mejilla. Veo mi imagen en el espejo, creo verme ahogado con los ojos perdidos; una revelación de mi muerte, como Jim Morrison.
En el almuerzo vamos al bar a comer un pincho de tortilla por ser viernes. Hay una nueva camarera gorda tras la barra. Muy simpática; nos la follábamos antes que a Cristiano.

Vamos a comer a casa de mis padres. Cocido, con todo el calor y sin siesta, que tengo que devolver unos libros a la biblioteca. Dylan Thomas y E. E. Cummings, no me han convencido, la poesía no me gusta, porque no me pude tragar tampoco a William Blake ni a muchos otros de los que debería aprender para ser un poeta decente. Cojo un Superhumor para esta semana y ninguno más, que tengo a medias Hank Over (Resaca) y La cámara de niebla, de Xen Rabanal, que son un trueque entre el leonés y yo por mi libro en el que él sale perdiendo.
Después, a ver a la abuela y a casa, que la pequeñaja con los dientes, a esta hora se pone fatal. Mientras la das de cenar, preparo una ensalada griega con tomate, pimiento rojo, queso feta, orégano y aceite. La meto al horno, huele a Santorini y pongo un cd de Eleni Tsarigopoulos, para seguir el rollo, a ver si es escuchar algo griego y te pones cachonda como en mis sueños. Te confieso en la cena que te cambiaba alguna virtud por que fueras más puta, no sé, que no plancharas o ese arroz con calamares que bordas no te saliera bien. O que tuvieras una talla menos de sostén, que odiaras mis poemas. Todo si más a menudo fueras tan puta como las pelirrojas en las porno, que ponen una mirada mientras saborean semen falso que me pone verraquísimo. Pero hoy sí, es friday y we are in love, que cantaban The Cure. Hoy lo hacemos por detrás, fijo.

Terminamos de cenar y hay que colgar la ropa de la lavadora, una putada enorme pues es de esas llenas de baberos, bragas y ropa pequeñita. De las que me gustan, vaya. Al salir, la terraza está llena de cucarachas, un asqueroso y bonito final para un cuento que no interesa a nadie. No las mato, las barro y las tiro allende el tejado. Acabamos de tender y te fumas un cigarro. Nos lavamos los dientes y te pones tu pijamita infantil de Hello Kitty, con la aureola sobresaliendo y nos metemos a la cama.

Sueño que unas cucarachas enormes, beben ouzo y bailan sirtaki alrededor mío. Estoy atado de manos y pies mirando a Salónica y una de ellas se me acerca y dice, Vamos a practicar el medievo con tu culo; te gusto así, más puta o preferías que te planchara tu camisa preferida sin una sola arruga.