31 de diciembre de 2011

BALANCES PARCIALES

De Felipe Zapico, uno espera contínua transgresión, mordacidad, ironía y mucha, pero mucha mala hostia. En Balances Parciales, segundo poemario del leonés, se encuentra, a raudales, pero como dice Arantxa Oteo en el prólogo, también ternura. Y Felipe disfraza la ternura manchándola de sencillez y aleja la ñoñería que a veces salpica los sentimientos con esputos certeros y lenguaje coloquial.

La noche se iba estrechando
sin incógnitas ya.
Dentro del camión de la basura
desaparecía la luna
y las imitaciones
brillaban por su ausencia,
los cólicos acechaban
cuando ya nada esperaba
y la desgana
me llenaba
de apatía.
Mis pies
arrastrados
indican oriente
y ruge el camión de la basura.

Una muestra de la forma de contar, bajando la luna al asfalto, con un poso de amargor y melancolía que llena las páginas de este Balances Parciales, tan recomendable, con una edición de calidad y preciosista por parte de Ediciones Eolas, aderezado con las ilustraciones bellas de Javier Zabala.

Un poemario colmado de derrotas, barras de bar, acordes de Jazz, noches donde ladran los perros y mujeres que huyen incluso antes del amanecer.
Un libro de poemas muy bueno, de los que calan, despojado casi siempre de lírica innecesaria, con poemas que duelen y requieren segundas lecturas, porque en su aparente sencillez guardan la vida, puta y hermosa, esperando otra oportunidad.
Como termina Zapico uno de sus poemas, que para mí resume el espíritu del libro

...y de la claridad
llamar a las cosas por su nombre
y sobre todo
quitármelo a mí.


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