13 de diciembre de 2011

morir con las botas puestas

 A José Ángel Barrueco, tras leer
Recuerdos de un cine de barrio


¿Recuerdas, Olivia, la vieja pensión
a la que entramos la noche en que nos conocimos?

Tuvimos que esparcir todos los fluidos que nuestros
cuerpos podían generar para amortiguar
el roce de las sábanas tan ásperas.
Ajenos a la que estaba cayendo afuera,
fuimos pies negros por galopar entre tanto polvo.
                                      Y a tu sexo crudo de untuoso cebiche

me puse las botas. Antes de regresar a la puta vida
y sus calles, hacia una muerte segura. Como en aquella película
de sesión continua, en un viejo cine de barrio
que cerraron en el 92.

1 comentario:

Céfiro dijo...

No me gusta lo de los fluidos -por manido- pero en cambio me encanta el tono añejo que tiene el poema. Me traslada a otro tiempo anterior, que es la finalidad. Y me chifla la palabra "cebiche" (no la conocía).