6 de marzo de 2012

Dos recomendaciones

La poesía no me apasiona, no soy un entendido y me faltan muchas, pero muchas lecturas. Dicho esto, aclarar que me muevo por impulsos, siento la poesía como algo que me tiene que rasgar, doler e identificarme, aunque poco a poco voy empezando a saborear otras poéticas no tan afines, educar el gusto, debe ser, o algo parecido.

David González es uno de los poetas underground podríamos decir, más respetados y aclamados del mundo poético español. Yo nunca había leído un poemario completo del asturiano, porque me tiraba para atrás su temática recurrente de drogas, talego, etc y siempre me costó empatizar con ello, pues de joven, yo era el que corría delante de tipos que me querían robar la poca pasta que tenía. Aun así, siempre reconocí un estilo muy directo que me gustaba y no me acerqué demasiado pues sé que me iba a subyugar demasiado su estilo y no quiero ser una mala copia de David, siempre original y con algo en sus versos que llama al intento de plagio.
Pero con su nuevo libro no hay tiempo para libros, de Editorial Origami (la labor de esta joven editorial es caso aparte) creo que ha dado un paso de gigante, manteniendo su impronta personal pero suavizando su temática autobiográfica, con grandísimos poemas como Salpicadero, el verano, contra las cuerdas o este:


flores *

…………en memoria nuestra

6 de agosto de 1945:
a las ocho y cuarto de la mañana,
hora japonesa:
un tremendo relámpago:
como una sábana de luz solar,
atravesó el cielo de hiroshima
en sentido este – oeste:
desde la ciudad hacia las colinas:

no se escuchó ninguna explosión:

luego: el crepúsculo:


¿por qué es ya de noche:

¿dónde están los demás:

mi marido está en esas cenizas:

de los 150 médicos de hiroshima:
…………75 habían muerto:

de las 1780 enfermeras de hiroshima:
…………1650 habían muerto:

de los 245000 habitantes de Hiroshima:
…………100000 habían muerto:


sobre la piel
de los cuerpos
de algunas mujeres: las formas
de las flores
estampadas en sus quimonos:


ayer, dijo un superviviente, mis zapatos
eran mi posesión más valiosa: hoy
no me importan: con un par tengo bastante:

lo sé, dijo otro: yo empecé a traer conmigo
mis libros, pero luego pensé:

no hay tiempo para libros:


la historia es hasta tal punto inhumana que no deja
escapatoria, ni siquiera para las lágrimas:
christine arnothy


________
* Este poema lo vi entre las páginas en prosa de Hiroshima, de John Hersey.


Las citas, al final de los poemas, un detalle novedoso que esperaremos a ver cuántos empezamos a copiarlo en tropel. Y muy buenas fotos de Zapico, Jul, etc


El otro poemario que me ha calado (y mucho) es La alambrada de mi boca, de Ana Pérez Cañamares, poemario que cruje el alma de quien lo lee. A Ana la he leído mucho en blogs, etc, pero reconozco que me costaba también empatizar con su poesía tan interior, que no íntima necesariamente, por un hecho que explica muy bien David González en su poema Salpicadero: "me tengo por un hombre, / con todo lo que ello implica:/ así que puedo ponerme / en el lugar de padre" y a veces me chocaba su punto de vista, tan femenino que a veces me costaba comprender. Y hablo en pasado porque después de este poemario, me he caído del caballo y he visto la luz y Ana se ha convertido en referente obligado, capaz en su conjunto (cambia mucho de leer poemas sueltos a verlos en un libro) de prestarme sin esfuerzo su piel para meterme dentro del poema y la poeta. Me quedó sin palabras, nunca antes un libro de poesía me emocionó tanto en el sentido de la piel de gallina constantemente.
La primera parte TRES es por sí sola una de las mejores páginas de poesía que he leído en mi vida, y de muestra uno de sus botones más famosos

 VEINTE DE NOVIEMBRE

Te fuiste a morir en la misma fecha
que aquel que te había jodido la vida;
nada personal por su parte:
te la jodió a ti como a tantos otros.

En el momento me pareció una coincidencia
con más mala leche que otra cosa:
una ironía fúnebre,
una carcajada de la calavera.
Pero luego pensé que tú reirías la última,
que noviembre sería el mes de las madres
que guardan la ternura y la dignidad
en un cofre rodeado de pinos y regatos;
no el mes de los que se van entre tubos,
ajenos a la muerte como estuvieron ajenos a la vida,
y que yacen incorruptos admirando
la solidez del mármol.

Una última cosa, madre:
sé por ti que hay ideas que atentan contra el corazón.
Dicho de otro modo:
tener corazón no permite tener ciertas ideas.
Y ninguna otra vida
ninguna otra muerte
me convencerá de lo contrario.

Y la falta de tiempo del que últimamente dispongo me impide explayarme, o ser más conciso y breve, como he leído hace poco a alguien en algún sitio

2 comentarios:

Malone dijo...

lo que no sé si se ha entendido por la prisa es que me gusta la poesía que por estilo, son afines a mí, poemas que diga: esto me gustaría haberlo escrito yo, y, sobre todo con Ana, no me había pasado muchas veces ese sentimiento que me puso bocabajo con esa alambrada, algo muy parecido a lo que sentí al leer "el frío" de Pedro Andreu.
vamos, que con decir que me habían gustado no hacía falta meterme en jardines

Céfiro dijo...

Con David González me pasa justo lo mismo que a ti. Hay algo que me echa para atrás, el rollito "Robe" de Extremoduro que me repele a la vez que reconozco que hay poemas estupendos entre las páginas de sus libros. No me entra, no sé.
Respecto a la Cañamares, casi todo lo que voy leyendo por ahí en blogs, facebook, etc, entronca con lo que me gusta o busco en la poesía, esa antítesis entre cruda realidad y belleza. Estupenda.