CON LO QUE SOBRA DE INMA CUESTA
Con lo que sobra de sus caderas
cocinaré entrantes, un primero, un segundo
y postre para una boda gitana.
Con lo que sobra de sus fofos brazos
daré de comer a todo un pueblo
en fiestas: guiso popular con pan
y vino: 3 euros, para pagar
la charanga de los quintos.
Con lo que sobra de su abdomen
crearé un arma de defensa. Será
lanzado a la menor amenaza
por impacto de meteorito sobre la tierra.
Con lo que sobra de su papada
engendraré un ejército de modelos
tristes y ojerosas para Mango.
Con lo que sobra de la piel
estirada de su cara voy a confeccionar
365 vestidos para la Rapunzel
de mi hija: 18 años encerrada merecen
una fiesta en palacio cada noche.
Y cuando, empachados de estupidez,
vomitéis hasta el último gramo que
sobra a Inma Cuesta, recogeré vuestros
desperdicios, los modelaré con la paciencia
del cirujano y el cuidado del borracho
hacia el último vaso de vodka y colocaré
en su sitio cada trozo de realidad. Luego
nos haremos el amor, despacio, con la luz
encendida. Salivando cada juntura para que
fragüen todas las imperfecciones. Será cada
pliegue de más el sitio de mi recreo.
Nuestras bocas se besarán con
los dientes en rebelión y llenos de empastes.
Y sobre todo, aliviaremos con las uñas
el picor de nuestras cicatrices. Sólo ellas
guardan la historia que nunca aparece
en las postales turísticas con nuestro nombre.
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