Ayer actuó el señor Pablo Moro, con las espaldas bien cubiertas por sus fieles escuderos Álvaro Barcena y Alejandro Blanco a la percusión. A las 20:30 se abrían las puertas del aula magna de la facultad de letras de Valladolid dando comienzo el espectáculo con puntualidad británica.
Empezaron con "smoking point", del álbum homónimo para continuar con un ramillete de temas de su último trabajo, pequeños placeres domésticos, entre los que destacó para mi gusto la preciosa joyita llamada "gente feliz".
Cada vez tocan mejor, los cabrones. Álvaro saca de la guitarra acústica sonidos mágicos, mostándose como un virtuoso músico además de magnífico productor. Bromas con los cambios de guitarra a ¿banjo eléctrico? que dieron una atmósfera al concierto de sencillez que el frío público de la meseta agradecimos.
Nos da vergüenza cantar y aplaudir durante las canciones, como comprobaron los de Oviedo al pedir nuestra colaboración en "pídeme", pero Pablo nos metió en el bolsillo con una voz que, es raro e inusual en los tiempos que corren, mejora con creces la de las grabaciones. Para lo que es esta tierra he de asegurar que fue un triunfo de los asturianos.
La acústica del local es inmejorable y en vez de trío parecían la banda al completo.
La percusión de Alejandro, magnífica. Grande con el cajón y con el botijo eléctrico.
Hay muchas ganas de verles al completo haciendo lo que mejor saben hacer, ROCANROL, y ver de qué puede ser capaz Álvaro con una guitarra eléctrica.
Pablo, en solitario, se marcó un tema inédito llamado "el habitante" en la linea que lleva, es decir, cada vez se supera. Acaba la canción diciendo "nada es tan importante". Y, joder, es verdad.
Acabaron con una versión de Neil Young y abandonamos con prisas dado la escasez de tiempo de la universidad. Un tiempo que quizás a los Ramones les hubiera dado más de sí, pero a los asturianos se les quedó en el tintero parte del repertorio programado.
Pablo demostró de nuevo que es mejor persona que músico (algo imposible a priori escuchando sus trabajos) y firmó y se retrató con todo el mundo que lo requería (que fue mucho, por cierto)
Nos dejaron un gran sabor de boca. Enamoraron a quienes no conocían a Pablo Moro y reforzaron la fe de los viejos seguidores. Y con ganas de más.
Y ahora esperando el concierto de su gran amigo, mi admirado Alfredo González, del que espero cumpla su palabra y lleve copias de su inmenso trabajo en lengua asturiana llamado LA NADA Y TÚ.
Será el 18 de marzo en el café teatro de la capital pucelana.