He terminado el libro La cámara de niebla de Alfonso Xen Rabanal.
Y he tardado un tiempo, no porque sea un libro difícil, sino más bien un libro que duele. Alfonso decide con sus palabras crudas y directas, con sus puntos suspensivos, desenterrar cadáveres y colocarlos en la plaza mayor de la ciudad, para que el hedor nos atrape a todos. Pero no es un olor a carne putrefacta, no, qué va, es aún peor, es un olor a miedo.
Sus miedos los hace tuyos desde el primer renglón, en pequeños capítulos que te atrapan, te obligan a ser releídos para no perderte entre su lenguaje a menudo soez la verdadera cuestión de la novela: La Niebla.
Esa niebla entre la que te pierdes, te obnubila, desorienta y te reencuentra con tus fantasmas, los más íntimos, los que creías perdidos.
Un libro, en definitiva, para ser leído a tragos pequeños, para ser digerido poco a poco, que no se te atragante la vida, esa vida que, lo queramos o no, está llena de niebla.
No te asuste esta cámara de niebla del autor leonés, es una buena terapia para mirar a la vida a los ojos y pensar, algo que viene muy bien en estos tiempos convulsos.
Para leer a Xen Rabanal y comprobar su crudeza, ve a su blog AQUÍ
1 comentario:
es un libro de culto, sin duda
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