Imito el aleteo impertinente
de una mosca kamikace a la hora
de la siesta y husmeo en tus agujeros,
lubricados por el sudor en esta tarde
candente de julio.
Bajo el volumen del Tour cuando empieza
la escalada al Galibier y pongo un cd pirata
de Elvis; con cadencia aletargada por el sopor, tú
love me tender y yo love you sweet. Luego,
mi lengua te deporta a cotas menos terrenales,
te cedo un momento las alas para que corones
victoriosa y orgásmica nuestro puerto privado.
Y mientras vagas sin mí, decido morar
para siempre en Tu pelo, Misisipi.
3 comentarios:
¡Guauuu! Que exquisita manera de describir una siesta.
Me ha entrao calor, tío.
Una bonita siesta con roce ;) de las que nos gustan.
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