8 de octubre de 2012

mi Padre, el rey

Temo, bueno, estoy seguro, que todo lo que pueda decir no hará más que estropear lo que he sentido tras leer Mi Padre, el rey, de Gsús Bonilla.

El vallekano de adopción y condición ve publicado su cuarto poemario y la verdad es que no mejora. Primero fue El forro, autoeditado y que pronto aparecerá en Groenlandia, editorial digital que hará posible que disfutemos de él, pues está agotadísimo. Luego vino uno de los poemarios más grandes que he leído, Ovejas esquiladas que tiemblan de frío, con el cual se permitió el lujo de ser nombrado finalista del premio nacional de poesía, hecho que convierte a Gsús, aunque no lo quiera, en punta de lanza y cabeza visible de los poetas de bar, ignorados por las publicaciones y editoriales consagradas. Después vino Menú del día... a día, poemario más sencillo pero que mantiene una línea de brillantez que no decae.

Y ahora este, Mi Padre, el rey, editado por Ediciones La Baragaña, editorial que si mantiene el tipo puede llegar a ser el Visor del siglo XXI, con autores que serán referentes en un futuro no muy lejano, sino lo son ya, que tampoco mejora lo anterior de Bonilla, simplemente mantiene el sobresaliente alto.

La mayoría de poemarios, aunque sigan una línea estructural, se pueden abrir por cualquier página y disfrutar de unos cuantos poemas, este libro (también quizás en sus ovejas esquiladas) acentúa el libro como unidad. Los poemas son un mero conductor sobre las sensaciones del poeta durante la enfermedad y muerte de su padre, un cuaderno de notas con retazos, coletazos, flashes, sentimientos entroncados que Gsús pincela, esboza incluso, sobre el papel.
Nada de morbo, Bonilla nos muestra un lienzo amable, con toques de humor incluso donde late el dolor, la resignación y el homenaje sin vísceras de por medio, cosa que cuida muchísimo para que el espectáculo de la muerte sea parco y profundo.

Gsús Bonilla está entre mis cinco poetas favoritos, no me pidan imparcialidad, no puedo serlo, con este poemario, novedoso y original -raro- dentro de la mayor sencillez, me ha ganado para siempre.
No lo duden, cómprenlo, léanlo, reléanlo, manoséenlo y guárdenlo en la mesilla, en la cabezera para volver a él constantemente. Una gozada, gracias Gsús.

4.
he de abrir la puerta
entrar en un poema          caminar hacia la luz.

traspasar al otro lado
y
encontrar:

la bóveda del estómago.

ante tus ojos
todo su esplendor;
cabellos humanos componen los frescos.

previamente
te habías echado las manos a la cabeza,

tragabas el vómito de la batalla:

cuerpos descuartizados
                                              el resurgir de la vida
                                              y su revolución

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