PER-FEC-TA. LUIS RAMIRO
al rabillo del ojo, por tantas satisfacciones
cuando no se puede girar la cabeza
me preguntas con ojos inciertos
por qué miro por la calle a las chicas,
es para ratificar que a todas
sacas al menos un cuerpo de ventaja
dime dónde iba a estar mejor este gusano
si no dentro de la manzana guardada entre tus senos
tus senos cuando se tornan senos
-más allá de jugosas y grandes tetas-
enmascaran mis temores y esconden en el canalillo
mi alma reservada lejos de satán
miro a las demás para poder respirar,
me da miedo tu belleza septentrional
eres una semidiosa con cara de ratoncilla
y cuerpo de mariposa, enamorada de un pobre mortal,
castigada por los celos de hades y teseos
a aguantar a un poeta más fracasado que la cherry coke
(y eso que siempre quise ser payaso en lugar de domador)
yo me preocupo sólo de escribir y
de cargar con la bolsa de tus miedos,
poco puedo darte aparte de malos versos
y mi lengua colibrí
eres masaje en los pies
un último trago de agua fresca
el brazo gangrenado bajo mi cabeza
la artesana que sabe recuperar con besos
mi corazón renqueante
miro a las chicas para recordarme
todo lo que contigo gané
amarraste en espiral con tus rizos
mi barca desvencijada a tus labios,
asfaltas con arrumacos mi árida piel
miro a todas las mujeres que me cruzo
y ver su vulgaridad.
ya sé que tú también sudas,
tropiezas y te embarullas. cagas.
supongo que es una táctica de camuflaje
para ninfas de incólume hermosura
tu regazo es calmante pramoxina cuando
todos se empeñan en buscarme el punto g,
tu bolsillo repara las goteras de mi cuenta corriente
cuando Botín, verdugo, me señala como
una cara de Bélmez
miro a las demás chicas
para confirmar la evidencia
de ser tú, Geli, mi vida entera